Jane's Hall

Entró en su habitación, derrotada y con ganas de tirarse sobre su colchón mullidito, abrazarse a la almohada y cerrar los ojos. No había nadie en casa, por lo que podía hacerlo tranquilamente sin que nadie le molestara. Se quitó los tacones, se deshizo del vestido que llevaba y se quedó con el de debajo, pues no había hecho día suficientemente bueno como para ir sólo con el de arriba. De un sólo gesto se soltó con estilo el pelo, dejando que cayera sobre su espalda, hombros y zona de delante, sin importarle lo más mínimo cómo quedara, ella sólo tenía un objetivo claro, la cama. Dejó las llaves de casa en la mesilla, justo al pasar y cuando quedaban unos cuántos centímetros hasta su cama se lanzó a ella.

Quedó boca abajo y buscó a tientas la almohada que tanto había deseado desde hacía horas. Desconectó el teléfono mediante el mismo sistema de búsqueda de cojín y sabía de buena tinta que la Blackberry estaba apagada, nadie la molestaría. Nadie de fuera al menos, a no ser que viniera de in fraganti y apareciera así porque sí en su habitación. Se abrazó al cojín, blandito y gustoso y enterró la cara en él, cerrando los ojos y respirando pausadamente. No estaba cansada, no estaba dormida, pero sí le apetecía ese momento de relax en el que no se oía nada a su alrededor. Ladeó la cabeza para no asfixiarse por casualidad y se ajustó mejor a las medidas de su cama, puesto que era mucho más cómodo que tener parte de las piernas fuera.

Dejó la mente en blanco, no quería pensar en nada, en nadie... sólo blanco, ella misma, la soledad, la tranquilidad que se había merecido. Ni Cooks, ni Effy, ni nada. Sólo y llanamente ella.